miércoles, 28 de agosto de 2013

Pequeño homenaje a Juan García, Mario Rangel y María Serrano.




Juan, Mario y María.

Una mañana de hace muchos años, el camión del Colegio Madrid se detuvo en una legendaria esquina de las calles de Goya y Augusto Rodin a recoger a un insoportable adolescente de secundaria y a un párvulo de primaria, cuando dos personajes particulares sitiaron al bus para exigir que los recién subidos bajáramos a despedirnos de ellos.

Colgado de una de las ventanas del autobús, uno de ellos pedía a voz en cuello explicaciones de por qué habíamos salido de casa sin despedirnos, mientras el otro intentaba persuadir al chofer de esperar un poco más, explicando que esa acción era necesaria para enseñar modales a los mocosos, algo demasiado tarde ya para entonces.

Tras mantener como azorados rehenes a varios chiquillos, nos liberaron cuando comprendimos que, en efecto, eso sólo sería posible si nos apeábamos. Así que lo hicimos. Beso, bendición, y vámonos ya.

Aquella madrugada, Juan García de Oteyza y Mario Rangel aterrorizaban a unos y avergonzaban a otros, mientras la cómplice mirada de María les observaba con una nada discreta sonrisa desde la puerta de la casa donde desayunaban, después de haber mancillado de forma inmisericorde mi para entonces aún incipiente colección de LPs.

De aquella mañana, un maravilloso recuerdo de aquellos tres sonriendo para siempre.

Ahora seguro ríen los tres juntos.


Un pequeño homenaje, con lo que solían bailar.

https://www.youtube.com/watch?v=wzZlz_jxp_8  

1 comentario:

  1. Un saludo y quiero decir que me toco conocer esa sonrisa tan llena de ideas de María.

    ResponderEliminar