Espacio lúdico, crítico, críptico e inmortal, hasta que la tecnología decida lo contrario.
sábado, 21 de julio de 2012
Julio 21, 1990. The Wall en Berlín, 22 años después.
Para quienes crecimos al borde del conocimiento de la Guerra Fría, la caída del muro de Berlín era algo que no sucedería. Todo lo que acontecía detrás de cortina de hierro era un misterio, y la Praga descrita tantas veces gris de Kundera, CheckPoint Charlie, e incluso aquellas piezas como Russians de Sting (1985) -quien por cierto, toma prestados varios compases a la suite del Teniente Kijè de Sergei Prokofiev- o discos como The Final Cut de Pink Floyd, fueron parte de las pocas referencias históricas que sobre Europa del Este tuvimos durante aquellos años.
Poco o nada de cine llegaba a México desde Hungría, Checoslovaquia, Polonia o Bulgaria, y salvo épicos episodios del fútbol de Copas del Mundo donde se daban heroicos encuentros entre orientales y occidentales, y la importación a México de algunos futbolistas -como el polaco Lato, que jugó en el Atlante- nuestro conocimiento era prácticamente nulo.
La abolición de la hegemonía del partido comunista de la Unión Soviética y la (en todos los sentidos) consecuente Glasnost de Gorvachev impulsada durante la segunda mitad de los 80, contribuyeron de forma sustancial para que Vaclav Havel abriera las puertas de Checoslovaquia a la Revolución de Terciopelo y vieron su punto crítico el 10 de noviembre de 1989 en Berlín.
Lo imposible había comenzado a suceder.
Muchos años después de la euforia mundial de la caída del Muro de Berlín, las imágenes de las celebraciones en la Puerta de Brandenburgo no dejaban de dar la vuelta al mundo, y el sentimiento colectivo que representaba la reunificación de una Alemania dividía inflamaba con sensaciones de reencuentro todas las conversaciones.
Faltaba aún la parte más compleja: la reunificación social, el volver a confiar en el de junto, quitar las placas de la TeleTower de Berlín Oriental que impedían mirar hacia el mundo occidental de sus vecinos-hermanos y la reunificación monetaria de ambas Alemanias.
En este contexto, y en una Postdamer Platz recién limpiada de bombas subterráneas, se lleva a cabo el concierto The Wall, von Roger Waters & Special Guests, el Sábado 21 de Julio de 1990.
La concreción de una reunificación simbólica a través de la música hizo que a muchos se erizara la piel.
Artífice de esta acción, Waters se hace acompañar de Thomas Dolby, Cindy Lauper, Ute Lemper, Jerry Hall, Joni Mitchel y Scorpions entre muchos otros, además de la East Berlin Radio Orchestra y The Military Orchestra of the Soviet Army Principal en una declaratoria unificadora que los políticos, en ese momento, aún no habían logrado.
Hoy sábado 21 de julio de 2012, se cumplen exactamente 22 años de aquella memorable noche de Berlín en que un concierto pudo expresar de manera permanente, el significado atorado en la garganta de toda una generación.
Este es un pequeño homenaje a ese día y a ese esfuerzo.
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